18 de agosto de 2012

¿Qué es el miedo?



Los miedos, que conducen a la gente a conformarse, han causado épocas deprimentes en la historia de la humanidad. La llamada Edad Media fue tranquila y sin agitación, pero también lúgubremente silenciosa y pestilente, nunca para hallar una perspectiva que contrastase [los hechos]. El pseudo-bienestar y la tranquilidad, que la gente de la Edad Media experimentó, por conformarse con una burocracia impuesta rígidamente, impuesta por el rey y la iglesia, fueron completamente enmascarados por la miseria que tenían que soportar en su vida diaria.
La vida es sencilla como un campesino, sin dirección, sin propósito, sólo producir más bienes y
descendencia para el beneficio del Rey. Pero aprovecharse del miedo para controlar a los campesinos
(o hoy en día a los obreros no cualificados en ese asunto) es sólo un nauseabundo ejercicio a corto plazo, porque los campesinos tienen el mismo "equipamiento mental" que la realeza.
Los profundamente arraigados rasgos biológicos del autoreconocimineto y el deseo de expresar la personalidad no pueden ser anulados por mucho tiempo. Con el tiempo los campesinos se dan cuenta de que la vida sin el ejercicio de la razón es tan aceptable como ser un animal de granja. Ser controlado por el miedo es lo mismo que ser biológicamente inerte, incapaz de tomar parte en el drama humano, simplemente consumiéndose por completo.
El miedo que controla el comportamiento humano se aprende. Es diferente de la respuesta inmediata y reflexiva del "huir-del-estímulo-repugnante" que otras criaturas emplean para sobrevivir. También tenemos reflejos motrices como ellas, pero el miedo al fracaso y el miedo al hablar en voz alta provienen del sistema límbico.
El sistema límbico es un circuito de neuronas en nuestro cerebro que controla nuestras emociones más asentadas. Conecta dos partes del cerebro: el Meséncefalo, a donde se envía la información sensorial (es decir, los estímulos visuales y auditivos) y el Cerebro (parte delantera), donde la información es procesada. Aunque el Cerebro ha estado ahí presente durante 480 millones de años (estaba presente en los vertebrados más primitivos), desarrolló funciones especiales con la llegada del género humano.
Una porción especializada del Cerebro, llamada la corteza cerebral, fue altamente desarrollada en los humanos. El 95 % de nuestra corteza cerebral es responsable de las actividades mentales asociativas como la contemplación y la planificación. El otro 5% es responsable del procesamiento de la información motriz y sensorial.
Por comparación, un ratón (también considerado un vertebrado de los más evolucionados), tiene una corteza cerebral con sólo el 5% de sus neuronas dedicadas a las funciones asociativas, mientras que el 95% son dedicadas a funciones motoras y sensoriales.
El sistema límbico altamente desarrollado está en el meollo de lo que significa ser human@.
Nosotr@s nos diferimos de otros animales en la cantidad de tiempo que gastamos planeando, contemplando, y expresándonos. Nuestro sistema límbico es muy poderoso. Puede dominar las emociones primitivas, y suprimir deseos profundos.
Cualquiera que alguna vez haya visto una película triste con l@s amig@s, e intencionalmente retuvo
las lágrimas porque (ell@s) no querían que sus amig@s les vieran llorar, empleó el poder de su sistema límbico. (Ell@s) Contemplaron las repercusiones de la reacción de sus amig@s al llanto, y detuvieron la cascada emocional que habría traído las lágrimas.
Del mismo modo que la racionalidad es producto del sistema límbico, el miedo también se concentra en las mismas neuronas del sistema límbico. A menudo el miedo es un comportamiento racional, basado en pensamientos irracionales, y puede paralizar el poder de procesar de la corteza cerebral. La negación y el miedo van unidos de la mano, y ambos son ejemplos de cómo nuestro sistema límbico puede suprimir los estímulos obvios y promueve una conducta que es segura y convencional.
El sistema límbico es como cualquier otro órgano en el sentido de que puede funcionar sin obstáculos hasta producir resultados perjudiciales. El estar en contacto con nuestros cuerpos lleva a una salud general en conjunto, y el sistema límbico necesita una atención constante con el propósito de dominarlo. Para superar el miedo, un@ necesita estar en contacto con su sistema límbico,
y reconocer cuando está escondiendo lo obvio.
Las buenas maneras y el "ser agradable" son formas de la represión del sistema límbico, necesario a veces, pero a fin de cuentas rebajando la originalidad humana. La mentira es la última forma de represión del sistema límbico. Es una negación de lo obvio. Los narradores de la verdad, aquellos que son auténticos y merecedores de confianza, han aprendido a dominar su sistema límbico. Reconocen el deseo de mentir, pero racionalizan la inutilidad de defender algo que no es verdad.
L@s mentiros@s, por otra parte, son esclav@s de su sistema límbico, pierden el contacto con la mayoría de sus capacidades mentales básicas. Su comportamiento es precavido y astuto porque dejan que su deficiente razonamiento, para encubrir lo obvio, controle su personalidad entera. A la larga se tienen que rendir a la verdad y reconocer la derrota, pero sólo después de que cada posible vía de decepción y de lógica retorcida ha sido defendida en el interés de ocultar su miedo.
L@s polític@s, los curas, l@s caudill@s de las finanzas, y l@s jueces son maestr@s de la lógica retorcida y de la promoción del miedo. Ell@s hacen de l@s Punks buenas dianas para la crítica intelectual porque no respetan a la gente que ha aprendido a dominar su sistema límbico. Y l@s Punks no tienen miedo de apuntar eso que es obvio, aún cuando su posición social podría ser puesta en peligro.
(Extraido del Manifiesto Punk de Greg Graffin, Vocalista del grupo Bad Religion y profesor de ciencias en la universidad de California)

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