28 de enero de 2011

Basado en Hechos Reales

Almudena es hija única, de complexión media; en el momento en que solicita atención psicológica
tiene 19 años y estudia en la universidad (primer curso). La razón por la que Almudena se presentó en nuestra consulta fue porque deseaba ser tratada de un problema sexual; su novio le había insistido en que viera a un psicólogo (unos amigos de su pareja le habían recomendado nuestros servicios de psicología clínica). Era una chica atractiva, si bien su extrema delgadez revelaba un cierto estado de desnutrición; estaba demacrada, y poseía una mirada triste y “perdida”. Lo primero que nos dice es que tiene problemas para llevar a cabo relaciones sexuales con su pareja, un joven cuatro años mayor que ella (está enamorada de este chico, y habían hecho planes para vivir juntos). Almudena describió el problema diciendo que, cuando querían realizar el coito, generalmente les resultaba imposible llevarlo a cabo porque su vagina impedía la penetración o bien ésta le producía muchísimo dolor. Explicaba el problema en términos como “mi vagina se cerraba”, “era algo involuntario”, “algo ocurría en mi interior”, “no puedo explicarlo”, “es algo horrible”, etc.

A pesar de esto, ella se sentía atraída y excitada sexualmente por su compañero, y podía obtener el orgasmo por estimulación del clítoris. No parecía tener otros problemas relevantes relacionados con la actividad sexual. Almudena está muy preocupada por este problema que le impide tener relaciones sexuales. Se siente atormentada (a veces se despierta sobresaltada por la noche cuando está durmiendo pensando en ello). Cree que si no soluciona pronto este problema perderá el curso, y perderá la oportunidad de tener una pareja estable, de casarse y de tener hijos. Piensa que ella es la culpable de todo y no sabe qué hacer para controlar mejor su sexualidad. Se considera estúpida y pasa mucha vergüenza cada vez que le ocurre esto cuando intenta realizar el coito con su compañero. Le gustaría “poder controlar mejor todo esto”.

Sus padres se separaron hace algo más de un año. A raíz de la separación (aproximadamente un mes más tarde) su madre sufrió un episodio grave de depresión mayor y tuvo que ser ingresada en el hospital general de la ciudad. Desde entonces está siendo tratada médicamente con antidepresivos. Debido al grave problema de salud de la madre, Almudena decidió vivir con ellapara cuidarla. La madre trabaja actualmente en una farmacia como dependienta. Su padre trabaja en una empresa de electrodomésticos y lo ve con cierta frecuencia, aunque menos de lo que a ella le gustaría.

 Al preguntarle por su extrema delgadez, la paciente nos dijo que desde hace ya casi un año, y sin una clara razón, le cuesta mucho comer. Su madre discute con ella durante la hora de la comida, pero ella dice que “no pasa nada, simplemente no tengo apetito”. Comenta que, a veces, sólo mencionarle la comida “se le pone un nudo en la garganta”. Hasta hace poco (antes de la separación de sus padres y de ingresar en la universidad), Almudena tenía un peso normal para su edad y su estatura (1,65 m); solía pesar en torno a 59 kg. Ella misma considera que “adelgazó bastante” últimamente. La paciente recuerda que a los chicos le gustaba su figura, y decidió someterse a una dieta rigurosa para adelgazar más; y lo consiguió, ya que actualmente su peso es de 41 kg. Pensaba que “si no adelgazaba dejaría de comer del todo”.

El problema, dice ella, “es que ahora mi regla es irregular”. Al preguntarle sobre cuánto erade irregular, dijo que a veces tiene retrasos de hasta más de tres meses. Últimamente sus menstruaciones suelen ser bastante dolorosas y molestas (antes no le ocurría esto), y lo pasa mal. Cree que todo esto puede tener relación con su problema sexual, pero le preocupa menos. Lo que también le preocupa es la posibilidad de engordar, pues prefiere estar aun más “delgada”, ya que sigue viéndose demasiado gorda cada vez que se mira al espejo. Prefiere no utilizar el espejo pues, dice, “lo paso fatal”. Cuando se mira en el espejo, comenta, sigue viéndose gorda y se pone de muy mal humor y deprimida. Solo pensar en engordar, insiste, “me produce terror”.
Desde hace un par de meses empezó a realizar ejercicio físico. Para ello, comenzó a hacer bici con su compañero dos veces por semana. Pensaba que esto podría ayudarle a perder peso y a mejorar su salud. No obstante, aparte de que no vio que le ayudara a bajar de peso, se fatigaba mucho y ha decidido no seguir haciendo ejercicio.

 Tras preguntarle sobre cómo aplicaba la dieta, reflejó que era extremadamente meticulosa. Anota las calorías que debe tomar en cada comida y procura no sobrepasarse. También se pesa varias veces al día, hasta el punto que su madre a veces le oculta la báscula. Dice que le pone disculpas, como que la iba a limpiar o que se le había olvidado volver a ponerla en su sitio. Reconoce que pierde mucho tiempo pesándose y volviéndose a pesar, y arreglándose… A veces se pasa “horas” arreglándose, y arreglando su habitación para que esté “correctamente” ordenada.
 La paciente no parece ser muy consciente de su problema de conducta alimentaria. Lo que realmente le preocupa es su problema sexual. Cree que si no se cura pronto perderá todas las oportunidades que le da la vida. Está muy esperanzada en que podamos solucionar su trastorno y está dispuesta a colaborar en todo lo que sea necesario para ello. 
[[El diagnóstico fue Anorexia nerviosa, Vaginismo, Amenorrea y Dismenorrea]] Extraido de una práctica de Psicopatología.

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